La televisión, la radio, diarios, Internet, y todos los medios masivos que consumimos - centros de nuestras vidas y nuestra comunicación - nos muestran, generalmente por temporada, una temática (que muchas veces se vuelve monotemática) relevante e importante para todos (a veces no tan así): Necesitan alimentarse de eso. Todos necesitan informarnos algo actual, atrapante, popular; necesitan que les creamos, que los sigamos, que nos importen, y si de alguna forma se puede, que les compremos.
Somos humanos, vivimos en tiempos peligrosos; somos consientes de nuestra debilidad, y por eso necesitamos protegernos, estar alertas.
¿Cometemos un error anti-humano al escuchar o leer a los medios (nacionales e internacionales) sobre una epidemia que amenaza nuestras vidas reaccionando así con miedo y hasta la paranoia?
Lamentablemente la noticia se difundió mucho mas rápido de lo que estábamos preparados.
Desde el día 28 de marzo de este año, nos enteramos de que una llamada “Gripe Porcina” consumía centenares de norteamericanos –principalmente México- ; pero sin saber todavía que esta podría llegar a nuestras propias puertas.
Sin embargo el día 7 de mayo llegó la increíble noticia de que el virus había superado las medidas de “prevención” en Argentina.
El primer caso se detectó en un hombre del interior del país que venia de un viaje de México.
Pero el asombro se convirtió en algo más escalofriante con el paso de los días.
Cada vez eran más los casos de gripe y con esto, más los de muertes.
Antes y durante, el Gobierno Nacional se mostró preocupado y en acción. Se destacan acciones como propagandas de prevención e información en todos los medios; importación del único remedio para la gripe (Oseltamivir) desde Estados Unidos; cierre de eventos y/o centros públicos (como teatros o eventos de gran concurrencia); compra de un aparato detector del virus; etc. Otra medida acertada fue la centralización de la medicación, la droga “Oseltamivir”, en la red de hospitales. Cuando un paciente llenaba la ficha de caso sospechoso se le daba la receta de la droga y con ella se le entregaba la medicación en las farmacias de los hospitales públicos. Otra de las acciones apropiadas fue descentralizar los análisis. En un primer momento se concentraron en el instituto Malbrán, pero ahora también se realizan en el CEMIC, en el Posadas y en el Muñiz, entre otros.
Gracias a las propagandas en cada uno de los medios masivos de comunicación -tanto del Gobierno como de muchas instituciones- pudimos informarnos de prevenciones y detectar síntomas.
Si bien las antes mencionadas medidas fueron útiles y acertadas, también lo fueron de exclusivas y excluyentes, de mediocres y escasas, sospechosas e ineficaces.
* El Hospital Malbran en Buenos Aires era el único instituto que daba resultados para toda la población nacional, el sistema colapsaba.
* El dispositivo determinaba los resultados con una demora de no menos de quince días. (Debido a la fuerte demanda de casi todo el país). Claro que durante todo este periodo el virus en la persona que cumplía los síntomas de la enfermedad y esperaba la respuesta podía engendrarse tranquilamente; la persona podía morir o curarse.
* A todo esto el ministerio de salud aconsejaba que a los mínimos síntomas indicados se actuara con inmediatez consumiendo el tamiflú;
Esta droga es producida exclusivamente en los laboratorios Roche, en Estados Unidos. El precio de este producto -demandado por todo el mundo- es de $ 135, cifra que excede las posibilidades de muchos.
* Se habla de millones de dosis de Oseltamivir para dar tratamiento a casos sospechosos, "sospechosos" ni siquiera confirmados de tener gripe porcina.
* Se están recetando en todo el país tratamientos con Tamiflú para gripes leves y resfriados (“por las dudas”).
* Entre muchas otras cuestiones e improlijidades de no menor importancia que se llevaron vidas y salud de muchos argentinos.
En los meses de junio y julio la cifra de afectados y muertos crecía cada vez más, junto con el miedo y la demanda de médicos, hospitales, curas, alcoholes en gel, barbijos y respuestas.
Un simple resfriado podía provocar la paranoia en una familia, y esta al barrio y el barrio a la zona y así continuamente.
No, no estábamos ni estamos preparados. ¿Cuándo lo estuvimos? ¿Quién o qué país lo está, totalmente?
Agradeciendo a Dios, podemos decir que muchos pudimos “superarla”, de alguna manera (no encuentro otra palabra para describir la suerte de los que no la padecimos), o por lo menos aprender de ella.
¿Sé acuerdan del dengue? Es entonces cuando nos sentimos débiles, atacados. Es entonces cuando como pueblo, más o menos vulnerables, más o menos preparados, decimos con rabia e indignación: Nunca Más. ¡Ya es tiempo de aprender! Hace mucho fue ese tiempo.
Al que tiene o no poder, al que vio de cerca o de lejos a la gripe:¡ Luchemos para no escuchar más su nombre! ¡Ni gripe “a”, ni gripe N1H1, ni porcina, ni gripe común!
Que en la gloria queden las victimas de un sistema mediocre y desprevenido. Y que por ellas aprendamos a no ser hijos del rigor.
Se acercan los calores, las cifras de los últimos enfermos bajaron en grandes medidas;
Algunos todavía seguimos hablando del tema del invierno ya con otra mirada, por lo menos más distante. Que el día de mañana no la veamos más. Y que el calor no nos traiga otro problema: la desprevención.